Cumpleaños...
Amanecer con un año más no es moco de pavo a partir de los 20. Nos pasamos nuestra niñez desesperados porque lleguen nuestros cumpleaños, por hacer las mejores fiestas y por abrir regalos. Más tarde, nos pasamos nuestra adolescencia deseando que sigan llegando para pillar las mejores tajas, hacer las mejores fiestas de pijamas y llegar prontito a los esperados 18. Pero, ¿que pasa a partir de los 20? Porque sí, cumplirlos está más o menos bien (a pesar de que yo pillé la depresión del milenio) porque ya no eres un teen, sino un veinteañero. Pero pasados los 20... ¿Dónde está la gracia?
Vale, es cierto que soy un pelín exagerado de vez en cuando y que me dan lloreras porque no hace sol o porque algún degenerado se ha comido el último muffin... Y sí, es posible que me levantase un poco de mal humor ayer... ¡Pero el primer 'felicidades' del día se merecía esa taza de café por encima!
Ya no es solo el cumplir años, si al final eso es lo de menos. Lo que más palo da de que se acerque tu día es pasar 24 putas horas con el móvil vibrando: Whatsapps, notificaciones de Facebook, privados, un SMS de alguien que se quedó en el siglo pasado, llamadas... ¿Llamadas? ¡Que tengo clase por Dios, que es un cumpleaños, no se para el mundo! Bueno, y cada cual más original: links de Youtube con canis felicitándote o pollos animados cantando, parrafadas de copy-paste, aparecen fotos 'época acné' que creías totalmente destruídas y, por supuesto, el clásico "Felicidades!"... Vamos a ver, no te pido el link del cani, ¡pero un poquito de salsa a la vida chico!
Por otro lado, los regalos dejan de ser regalos. Sí, suele pasar que a partir de tus 18 lo que antiguamente era un paquete envuelto con lazos ahora es un sobre reciclado de La Caixa con un papel dentro que te informa de que, con todo el amor del mundo, tus padres te han hecho una transferencia para que te compres lo que te de la gana porque a ellos les da palo pensar. Vale, es práctico, te ahorras devoluciones... Pero, ¿y la magia?
Bueno, por lo menos siempre hay gente que te consuela o que te hace ver lo positivo de tu edad. En este caso, uno de ellos ha sido uno de mis profes. Estábamos haciendo un piti en el descanso y me ha recordado que, afortunadamente, a mi edad no tengo que pensar en facturas, hipotecas, alquileres, nóminas, compras semanales... Un momento... Mi profe tiene 27 años, eso significa que... ¡¡Oh Dios mío!! ¡¡Nos acercamos a la vida adulta!!
¡Arrrrg! ¡Seamos positivos joder! Que como dice mi abuela: "lo preocupante sería no cumplirlos". Pues sí yaya, ¡casi que mejor seguir vivos! Así que cabeza arriba, sonrisa al canto, fiestón apuntado en la agenda ¡y a disfrutar de los mejores años de nuestras vidas!
Loló :)
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