Hay findes que se te van de las manos... Todos lo sabemos, pero este ha sido algo fuera de lo normal...
Yo no sé porque sigo sorprendiéndome, pero lo hago. Con mi gran amiga Blair nada puede ir mal, eso ya lo tengo asumido, pero aun así parece tan improbable que nos superemos, que cada vez que lo hacemos alucino. Y lo mejor es que sé que lo seguiremos haciendo por mucho tiempo más...
Bien, todo empezó el jueves. Halloween, debíamos salir, sí es un deber. El caso es que conseguimos el contacto de una buena fiesta, en un buen lugar, con buena música i buenos tíos. Nos esperaba una noche mano a mano de esas que nos gustan a nosotras dos, porque debéis saber que allí donde S y B van, lo petan. Es así como ella siempre dice y yo no voy a negarlo... En fin, fuimos al sitio este después de copear en mi pisito. Aun había poca gente cuando llegamos, pero el ambiente no estaba nada mal y la música era aun mejor. Empezamos a entrar a tono y cuando quisimos bajar a bailar y hacer temblar el local... ¡PUM! La poli. La puta policía de mierda desalojó el lugar a las tres y pico de la mañana. Adiós fiesta, adiós taja, adiós música, adiós Halloween... O eso era lo que pensamos...
No teníamos donde ir, así que nos fuimos a casa. Pero aquí no acabó todo, de hecho, en este punto acababa de comenzar... Llegamos al piso, pusimos tecno como si no hubiesen vecinos, abrimos una botella de vino, bailamos cual teenagers en una fiesta de pijamas, nos amamos como si no hubiera mañana, tuvimos grandes conversaciones profundas... A todo esto, un vídeo de más de dos horas presenció nuestro declive mental y físico, pero esto es otra historia que ya os contaré algún día.
El hecho es que después de un par de botellas de vino, una sangría de dos litros, vitaminas, gominolas y nubes de azúcar... Se nos hicieron las tantas, hasta tal punto que cuando nos dimos cuenta el sol había salido como hacía ya dos horas, de hecho eran las diez de la mañana. Salimos corriendo de casa, literalmente, en pijama, literalmente, cual locas esquizofrénicas, literalmente, hasta la orilla, literalmente... Acabamos casándonos con el mar. Pero eso también es otra historia que algún día ya os contaré.
Cinco de la tarde, nos levantamos, comemos, nos fumamos un cigarro enorme, nos grabamos, nos ponemos una peli, nos dormimos hasta las doce de la noche, nos duchamos, cenamos, llegan Puggy y Joy a casa. Pedimos bebida a domicilio (gran, grandísimo descubrimiento), bebemos, seguimos bebiendo, nos volvemos a grabar, nos vamos de fiesta, acabamos en Apolo... Entramos en bukle sí. De hecho, ya hacía muchas horas que habíamos entrado en bukle de fiesta y substancias varias... ¿Final de la historia? Pues no. Acabé cogiendo el tren para irme a las seis de la mañana a 20km de Barcelona para echar un pinchito, o mejor dicho... ¡Un polvazo de la hostia!
Ahora sí, fin de la historia.
Lulú ;)